Monday, April 1, 2013

TRATADO SOBRE LA OBEDIENCIA

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

Quiera Dios que la resurrección del Señor nos alcance a todos y nos abra la mente, el espíritu y el oído para reconocernos hermanos en lugar de juzgarnos enemigos. Lo que no es óbice para imitar la actitud de la viuda importuna e insistir a tiempo y a destiempo en sacar a la luz ciertas actitudes equívocas.

En esta entrada, pretendo mostrar (otro diría “dar unas pinceladas”) la técnica y la estética de la obediencia según el CNC.

Porque algunos pensareis que obedecer consiste en obedecer, sin más. Y no advertís que la obediencia, como todo, se puede hacer bien o mal, a tontas y a locas o meditada e incluso premeditadamente. En el CNC, nada es por casualidad, así que la obediencia de la que tanto alardean los hermanos neocatecumenales que visitan el blog, se hace con absoluta y concienzuda premeditación.

En primer lugar, un texto salido de la boca del señor mayor con barbita durante el anuncio de Cuaresma del año 2008 –año señaladísimo para todo kikocúmeno que se precie de serlo- que transcribo tal cual para, seguidamente, partirlo y comentarlo:

“El Cardenal Arinze que nos daban dos años para hacer después la comunión como se hace en las parroquias, y muchos obispos ya antes de que se cumplieran los dos años habían obligado a que se hiciera: 1º en un altar consagrado. 2º todos en procesión.

En las parroquias no se comulga con las dos especies, y el pan desaparece porque no se puede ir comiendo por la iglesia con la boca llena de pan, es indecoroso, con lo cual estábamos condenados a que desaparecen las dos especies en muchísimas diócesis, y se nos quitaría el comulgar con el pan ácimo, se nos darían las formas y teníamos que ir en procesión. Por eso, estábamos nosotros preocupados de que cuando llegara el momento en que terminaban los dos años en diciembre este año comenzaran a aplicarlo, y de hecho comenzaron en algunas diócesis a aplicarlo. 

Entonces le dijimos al Papa: Padre, querríamos hacer una propuesta (y lo habíamos escrito): ¿es posible recibir la comunión en pie, en el propio sitio, sin tener que hacer la procesión? O sea, llega el sacerdote con el Señor y os ponéis de pie en un acto de veneración. ¡Concedido! Dijo el Papa. Luego, cuando vino Mons. Rylko en el documento que habíamos dejado de la propuesta, puso delante de Rylko, en lápiz, “que se proceda”. Y ha sido aprobado. Ha luchado la Congregación del Culto para que esto no fuera así, pero el Papa ha dicho: yo se lo he prometido a Kiko y a Carmen, y esto se hace.
Aunque no os deis cuenta esto tiene una importancia inmensa, que el Papa en los Estatutos dice que podemos celebrar la Misa Dominical en pequeña comunidad. Que los enemigos han hecho lo posible para que el Camino tiene que acabar en la parroquia, y eso de celebrar la Misa por su cuenta se acabó. Pues está en los Estatutos”.
Y ahora, el despiece. 

Resalta que el CNC se considera atacado por poderosos enemigos. Se dice expresamente al final del texto, pero la idea subyace a todo lo largo del mismo, desde la primera frase que aclara que fue empeño personal del cardenal Arinze, hombre de Dios, forzar al CNC a hacer la comunión como se hace en las parroquias, hasta dejar al descubierto las maquinaciones de la Congregación del Culto Divino que ha luchado contra el CNC, alegando que éste incurría en anomalías litúrgicas.

Del texto se colige que la pretensión de quienes el CNC considera infames enemigos es que el Camino tiene que acabar en la parroquia. Y, claro, ¡hasta ahí podíamos llegar! Porque una cosa es que el CNC pregone ser “un instrumento al servicio de los obispos en las parroquias” y otra bien distinta es que el obispo o incluso el párroco se crean con derecho a mandar más que los catequistas.

Repito para reafirmar la idea: Lo que pretenden estos eclesiásticos, que es mandar sobre los catequistas y poner al CNC a su servicio, no se les puede permitir. Porque si Dios quisiera que ellos llevasen la batuta, les inspiraría para entrar en el CNC y hacer el camino enterito, desde las catequesis hasta la renovación del Bautismo en el Jordán, y entonces y sólo entonces y sólo si salen elegidos catequistas, podrían mandar tanto como un catequista, pero nunca más y, por supuesto, nunca tanto como mega-Kiko, ultra-Carmen y extra-Mario.

Pero que obispos y párrocos pretendan tener prebendas especiales por el hecho de haber sido llamados al estado sacerdotal, les describe perfectamente: son unos hostigadores clericales; y hay que tener mucho ojito con ellos, porque al menor descuido intentarán imponer sobre la comunidad kikiana normas, leyes, ritos, devociones y tradiciones trasnochadas procedentes de la Iglesia de siempre, es decir, de la Iglesia más rancia que pretende conservar el encargo que recibió San Pedro. Ved con qué contundencia lo expresa mega-Kiko: muchos obispos ya antes de que se cumplieran los dos años habían obligado a que se hiciera: 1º en un altar consagrado. 2º todos en procesión.

¡Incalificable! ¡Obligarles a ellos! ¡Corregir los diseños de quien ha sido inspirado por  Nuestra Madre! ¡Imponerles un altar consagrado! ¡Una procesión! Y encima, sin respetar el plazo de dos años dado por el cardenal Arinze. No quiero pensar en quien sería el lince que nombraría obispos a esos señores tan clericales. Porque gracias a su superior discernimiento, el CNC vio que el plazo de dos años debía ser empleado para no cambiar nada de nada y seguir como siempre. Por ello les escandalizó la actitud de algunos obispos que, en lugar de obedecer y someterse al plazo dado por el cardenal, imponen su voluntad por encima del mandato de un príncipe de la Iglesia.


Y no es que Kikomagno sea contrario a las procesiones. Es más, durante toda la Pascua, las comunidades que han acabado el camino, se revisten de palomas blancas y entran en su salón, diseñado como un útero de paredes rugosas en el que han sido gestados –dice el gran jefe-, en procesión de a dos y al son de un canto que sólo los elegidos son dignos de cantar. Lo que pasa es que las procesiones son para cosas serias, como la entrada triunfal de los elegidos en el útero que los ha gestado, pero no para ir a comulgar, que es algo tan cotidiano que también los religiosos naturales comulgan.

Menos mal que el CNC tiene experiencia en esto y supo hacer gala de su astucia de serpiente. Así que tras organizar el Family Day en Italia, en el que se movilizó hasta el último hermano neocatecumenal, pues se trataba de hacer mucho bulto; pidieron audiencia al Papa y, por sorpresa y como prueba de agradecimiento papal a todas las familias del CNC que se echaron a la calle en el Family Day, le proponen:
“¿Es posible recibir la comunión en pie, en el propio sitio, sin tener que hacer la procesión? O sea, llega el sacerdote con el Señor y os ponéis de pie en un acto de veneración”.
Si esto es lo que el Papa concedió, entonces la concesión se refiere exclusivamente a no hacer la procesión y comulgar en el propio sitio.


  • No se hace concesión alguna que autorice sentarse con el pan consagrado en las manos, antes de la Comunión.
  •  No se hace concesión alguna para comulgar a la vez que el sacerdote.
  •  Se menciona que la comunión la imparte el sacerdote, cuando en el CNC es usual que sean laicos, preferentemente con barba, quienes la reparten.

Así de concienzuda y premeditada es la obediencia de que se hace gala en el CNC.

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