Prensa amarillao el uso del sensacionalismo por parte de un señor mayor con barbita
En atención a aquellos de nuestros neo-hermanos que manifiestan cierta confusión sobre lo que se conoce como prensa amarillaosensacionalista, esta entrada tiene por objetivo mostrar el uso del amarillismo propagandístico por parte de un verdadero cristiano de esos que lucen barba desde su más tierna infancia… bueno, desde un poco después.
Para ello, vamos a entresacar algunos párrafos del discurso que “ángel” dio en Sto. Domingo de Sora en junio de 2012.
¿Sabéis la cantidad de jóvenes que se suicidan? Una de las causas fundamentales por la que tantos jóvenes se matan en todo el mundo —en Europa son miles y miles— es el no ser, el descubrir que no son para nadie. Un chico en Suecia, por ejemplo, ha vivido la separación de sus padres: su madre vive con otro hombre; su padre con otra mujer. Se encuentran con él de vez en cuando para darle dinero. Estudia en la universidad. Ha tenido relaciones con una chica durante un tiempo; luego con otra. Con la última creía que la cosa iba bien y se ha enterado de que se ha acostado con su mejor amigo. En ese momento piensa en el suicidio. ¿Por qué? Porque ve que no es para nadie, que no existe, que nadie le ama.
Obsérvese la imprecisión, la interesada exageración en los detalles morbosos del asunto. Se hace una pregunta muy concreta: Cantidad de jóvenes que se suicidan, que se contesta con vaguedades:
- No se precisan las condiciones para ser incluido en el censo de jóvenes (¿desde la pubertad hasta la conclusión de los estudios? ¿por rango de edad, tanto si es púber como si no, tanto si se ha incorporado al mercado laboral como si no?)
- No se concreta el ámbito territorial, al principio parece mundial y luego se restringe a Europa
- La cifra que se ofrece oscila desde los 2000 (miles y miles) a los 999.999 (miles y miles, sin llegar al millón)
- El análisis de las causas no es para ganar un Nobel, precisamente.
Sigamos con otro ejemplo:
Otro hecho. En un ferry de Finlandia a Suecia viajan dos jóvenes deportistas. Cerca de ellos está sentada, mirando hacia el mar, una chica muy guapa de unos 16 años. De repente los dos ven que esa chica se levanta y se tira por la borda al mar oscuro. Se quedan de piedra. Corren a decírselo al capitán: «¡Pare el barco! ¡Una chica ha caído al mar!» El capitán responde: «¿Parar el barco? ¡Figúrate tú! Cada dos por tres se tiran jóvenes al mar. Si tuviéramos que parar el barco cada vez… Tranquilos, ya estará muerta. En este mar gélido sólo se sobrevive cinco minutos». Se quedaron impresionadísimos. Esto es verídico.
Esto es sensacionalismo amarillo de baja estofa. ¿¡Qué cada dos por tres desaparecen pasajeros en alta mar y no se le cae hasta los pelos de la nariz al capitán, al propietario del barco, al que lo ha fletado y hasta a los pingüinos de Madagascar!? ¡¡Verídico, palabra de “ángel” con barbita!!
La gente se mata porque no es para nadie. ¡Ser! Acordaos de la historia de esa familia italiana: una buena familia, muy educados. El marido ha matado a las dos hijas, monísimas, rubias, y luego se ha suicidado. Aún están buscando los cadáveres de las niñas. La mujer dice: «No me lo puedo creer. No lo entiendo. Ése no es el hombre con el que me casé y con el que he vivido estos años. Me casé y he vivido con un chico amable, guapo, muy inteligente, muy educado. No lo entiendo”. Nosotros sabemos por qué. Por qué siguen matando mujeres, por qué siguen matando niños.
Que la policía contrate a estos sabios. ¡YA!
¿Por qué el otro día, en España, un hombre mató y quemó a sus hijos? Seguramente había hecho la primera comunión, iba a misa, pero desde la universidad había dejado de practicar. Decía Juan Pablo II que si un bautizado deja de practicar y decide ser él quien dirige su vida, su bautismo queda como muerto. Cuando uno pone su ser en el amor de una mujer por la que se siente amado, y esa mujer se enamora de otro y lo deja, ese hombre experimenta en sí mismo algo que no conocía: el infierno. Inmediatamente experimenta dentro de sí un horror, un abismo se abre ante él: pasa de ser a no ser; no existe; experimenta una oscuridad total, un abismo de tinieblas. Eso es un sufrimiento tan grande que se pregunta: «¿Cómo puedo hacer comprender a mi mujer el daño, el mal tan tremendo que me ha hecho?» Y piensa: «¡Matando a los niños!».
Por eso hay que aconsejar a las mujeres que se lo piensen hasta setenta veces siete antes de dejar al marido. Si se queda, a lo mejor resulta que muere también ella (o sólo ella, en lugar de los niños), pero en todo caso, tendría el consuelo de haber cumplido la voluntad de Dios y además, ¿para qué va a querer vivir con el sufrimiento de la muerte de los hijos?
Cada cuatro minutos se rompe un matrimonio en España y en Italia. En todas partes los matrimonios siguen separándose. Y se siguen matando mujeres. Vosotros sois profetas por vuestro bautismo y sabéis el porqué de las cosas. Podemos explicarlo.
Una vez más, sin citar la fuente de la información, sin cifras concretas, únicamente vaguedades, para que no se discuta la fiabilidad de los datos.
Pero, tal vez uno de los mejores ejemplos de publicidad sensacionalista amarillistasea el siguiente extraído del encuentro de Ámsterdam del año 2005:
Nuestras ciudades europeas están llenas de gente sola. ¿Quién no tiene un cuñado, un primo…? ¡Todos divorciados! ¡Todos divorciados! En España ahora se pueden divorciar en dos meses. El Estado quiere que la gente se divorcie.
Sobran los comentarios ante tanta veracidad: Todos-pero-todos-todos divorciados, y además el malvado Dr. No, digo, el Estado español es quien quiere que la gente se divorcie (para animar la depauperada economía, supongo).
En internet pueden localizarse muchos más dichos del señor mayor con barbita que prueban su afición, uso e incluso abuso del sensacionalismo.De ello deduzco que la publicidad de tinte amarillo es perfectamente legítima para los cristianos adultos que, sin duda debido a su mayor discernimiento y preparación para descifrar los misterios de la vida, saben usarla para bien de muchos.
Fin del episodio.
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