Friday, July 26, 2013

DE EDUCADORES Y ALEVINES



Una rareza del Camino es su afición a mezclar lenguas, como en Babel. Entendería que todo pasito (no de baile), rito y carisma se dijera en lengua vulgar (primeros escrutinios), o todo en latín (traditio y redditio symboli), pero esa mezcolanza caótica de scrutatio, catequista, menorá, presbítero, shemá, salmista, domus, janucá, catecumenium… no sé a qué viene. Y me intriga que se elija un término griego para el educador: didáscalo.

Didáscalo y alevines del país del Arcoiris
(dicho con cariño, que el dibujo me encanta)
Entre los primeros cristianos de lengua koiné (griego común), el didáscalo es un maestro, alguien con conocimientos y autoridad. En el CNC su autoridad se reduce a los alevines, pues se presupone que sus conocimientos no son mayores, sino iguales a los de sus neo-hermanos de comunidad. Eso sí, sobre los alevines, el ‘gran espíritu Manitú’ les concede una autoridad superior a la de los padres:

“Vosotros como didáscalos a veces tendréis que luchar con ciertas actitudes sentimentales de los padres; en este sentido tenéis que tener autoridad. Vosotros sois un didáscalo, maestro de niños, y se supone que si la comunidad, el Señor, os ha  dado una misión, tenéis un carisma y en ese sentido te tienen que respetar. Si tienes algún problema con los padres, para eso tienes a los catequistas que podemos clarificar las cosas. Porque siempre hay padres que son un poco neuróticos o que tienen actitud sentimental, no pueden soportar que el niño sufra nada y cometen muchos errores[1].
El sentido de tu vida: ¡Ser didáscalo!
Obsérvese la 'sutileza' con que se pone a la comunidad por delante del Señor. Lo primordial es que la comunidad ha discernido quién tiene carisma de didáscalo, ya que las decisiones de la comunidad son tenidas por infalibles e irrefutables en tanto los catequistas no dispongan otra cosa. Por tanto, le elige la comunidad, pero es como si el mismo Señor echase su manto sobre el didáscalo, eligiéndole para esa misión.

Es claro que esta elección divina (que se expresa a través de la comunidad) otorga al didáscalo un status excepcional, el problema es que la mayor parte de los párrocos, tan clericalistas e infantiles en su fe natural, tan faltos de conversión, tan hostigadores, no lo aceptan; y se empeñan en que para ser catequista de la parroquia hay que hacer los cursitos prescritos por el obispado (¡serán clericalistas!).

En consecuencia, el didáscalo elegido por Dios (a través de la comunidad) puede que no sea catequista de niños en la parroquia por no tener hechos los cursos ordenados por el obispo, pero será didáscalo porque lo quieren Dios y su comunidad, que mandan más que cualquier obispo de cualquier sitio.

Aquí se produce un pequeño conflicto. Para hacer la Primera Comunión, los alevines de neo-kikos tienen que hacer las catequesis ‘oficiales’. Y con cierta frecuencia sucede que algún alevín poco espabilado o mal entrenado, cree percibir ciertas discrepancias entre lo que le cuenta su didáscalo elegido por Dios (a través de la comunidad) y su vulgar catequista de misa de Domingo (nombrado por los religiosos naturales, que nombran a cualquiera), entonces –y aquí está el fallo del alevín despistado- en lugar de consultar la supuesta discrepancia con su didáscalo, que lo aclararía todo, va y se lo casca al catequista de misa de 12. Y se lía parda.
¿Qué el día del Señor es el domingo?
¡Este qué dice!

Se han probado diversos medios para evitar estos líos. El primero, el siguiente: “Con respecto a la preparación de los niños para la Primera Comunión, yo os diría que en vez de estar tres años, o dos años, un año bastaría de preparación”.

Pero los párrocos (siempre la persecución de los párrocos clericalistas), suelen poner el grito en el cielo, por lo que allí donde el párroco no es neo-hermano y/o pasa de hacer la vista gorda,  ha sido preciso agachar la cerviz y hacer los cursitos de capacitación para catequistas. Así hay didáscalos que son a la vez didascalos y catequistas de la pastoral de Primera Comunión.
Hacer la vista gorda
Pero vamos a centrarnos en el cometido de los didáscalos que sólo son didáscalos, es decir, que no tiene que tratar con hijos de religiosos naturales ni seguir los folletos (no merecen el nombre de mamotretos) editados por la Conferencia Episcopal para las catequesis ‘oficiales’. En este caso, tienen varias tareas perfectamente establecidas:
1.      Controlar la asistencia de los niños a las ‘eucas’. Porque hay padres muy blandengues que se dejan comer el tarro con la tontada de que el niño se aburre y que se hace muy tarde y que se duerme y queda sin cenar y consienten que el niño falte, sin percatarse de que con esa actitud le convierten irremediablemente en un futuro delincuente, como decía la maestra de Manolito Gafotas:

Tenéis que mentalizar a los padres y decirles que os han dicho los catequistas que no pueden ceder absolutamente. Además, estamos salvando en el camino  a los niños de un monstruo que se llama la televisión. Estamos ayudándoles. Y es una pena que algunos padres no quieran traer a los niños, eso es una deformación y hace falta en éste sentido hacer una campaña para que traigan a sus hijos. No se puede transigir en eso absolutamente. (…) Y todo lo que sea abandonar a los niños  porque se cansan, porque nos molestan, etc. luego lo pagamos, eso se paga después”.

Aclaro que abandonar a los niños cada vez que hay un paso o una peregrinación o porque eres miembro de la orquesta chistónica del CNC y tienes que ensayar o viajar para ofrecer un... este... llamémoslo concierto, es santo y bueno; mejor dicho, eso no es abandonar a los niños, es transmitirles la fe.

En cambio, consentir que vayan a misa el domingo con la abuelita, que es una beata cuya fe no interesa a nadie y que se empeña en enseñarles el 'Jesusito de mi vida' y demás, talmente como la abuela del papa Francisco,  como si el cristianismo fuese un moralismo, eso sí es un abandono y luego lo pagamos, eso se paga después, cuando el niño se convierte en un delincuente que sólo sabe fornicar y fornicar.

2.      Partir la palabra de la ‘euca’ para los niños y provocar su participación: “Lo ideal es que los chicos espontáneamente se levanten y digan su experiencia, el que quiera, como un adulto. Si se ve  que los adultos han  dicho dos, tres, cuatro experiencias y los niños están callados, es bueno que el maestro les pregunte: a ver, ¿a ti que te ha dicho la Palabra? Los niños deben saber que se les va a preguntar”. Quien se dirige a los niños ha de ser el didáscalo designado por Dios (a través de la comunidad); en ocasiones, el sacerdote quiere dialogar con los niños. Debe impedírsele: “Sobre lo que acabáis de decir de que el presbítero pregunte, tenemos mucha experiencia en Italia. Resultado de esta experiencia: Globalmente negativo”. 
Calladito está más guapo

Globalmente negativo, incluso con sacerdotes neo-hermanos, incluso si son R.M. ¿Por qué? Porque no aceptan que el didáscalo sea el que mande, el que tenga la última palabra, el que posee la verdad revelada, el que habla la palabra de Dios. Por eso es mejor que los alevines no pisen las catequesis de los religios naturales y que sea únicamente el didáscalo, cuya razón de existir es ser didáscalo, quien responda de la preparación de los alevines.


3.      El día de la convivencia mensual, el didáscalo tiene una convivencia paralela con los niños: “el maestro les puede dar una palabra, cogiéndose un tema del Antiguo Testamento y preguntándoles: ¿a ti que te dice esta palabra? Para eso eres un didáscalo, hermano mío, para pensar qué es lo que puede ayudar a los niños. Cualquier cosa que leas de la Escritura, después le preguntas: ¿Qué ha significado para ti? Luego lo partes, lo recoges todo, dialogas con los chicos (…) contándoos cómo va su vida espiritual, si rezan, qué relación tienen con Dios, preguntándoles uno a uno cómo va su vida de fe, qué intimidad tienen con Jesucristo”.

Por cierto, no se invita a los niños a dialogar, tienen que dialogar, quieran o no, que el didáscalo sabe mejor que nadie lo que es bueno para ellos. Así se va acostumbrando a los alevines a los escrutinios que les esperan en el CNC, se les enseña a mostrar su intimidad públicamente…

(continuará…)


[1] Todas las citas están sacadas del mamotreto de los maestros de niños.

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