De la convivencia de los segundos, el único recuerdo que conservo es que escrutaron a uno de los corresponsables de la comunidad. Un señor mayor, serio y formal, casado, con varios hijos, todos ellos también casados. Este hombre tenía las ideas muy claras: el CNC era un instrumento, sólo un instrumento y ningún instrumento es más importante que una persona.
No recuerdo que saliera ningún asunto digno de mención en su escrutinio. Pero al finalizar, otro corresponsable informó a los catequistas de que el escrutado se escaqueaba mucho de las convivencias de mes, porque prefería visitar a los hijos y nietos. Actitud absolutamente coherente con quien da mayor valor a las personas que al instrumentillo.
Por eso, ingenua de mí, pensé que los catequistas aplaudirían la decisión de este abuelo y explicarían pacientemente al chivato que faltar a las convivencias ni es pecado ni síntoma de fe débil. Me equivoqué.
Cayeron sobre el escrutado a degüello. De repente, este hombre serio y formal y con mucha experiencia de vida a su espalda, se vio tratado de ignorante, imprudente, inconsciente e indigno de confianza. Y por descontado, de pecador, por osar discutir el dictamen de los catequistas.
A su esposa no llegaron a escrutarla. Salió del escrute del marido tan indignada como él. Recogieron sus cosas, dejaron la convivencia y no volvieron a pisar el CNC.
Esta fue mi primera experiencia de los segundos.
Pero me estoy adelantando a los acontecimientos, porque no he expuesto el motivo por el cual el objetivo de los segundos es cambiarte la vida. La razón es que debes asumir que durante toda tu vida has sido un idólatra.
En los primeros, te explican que no tienes fe. En el Shema empiezan con el comecocos de que quien no se desprende de todos su bienes, es porque no pone a Dios por encima de todo. En los segundos, te cuentan que eres esclavo de los ídolos y necesitas ser liberado. Ellos, de parte de Dios, dicen,vienen a liberarte (obsérvese como quitan de en medio a Cristo y se arrogan a sí mismos la misión liberadora) y si liberarte implica poner patas arriba tu vida, lo harán, no lo dudes.
Había escrutes en los que los catequistas organizaban peloteras por auténticas chorradas y otros en los que salían temas serios o graves.
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Hubo escrutes subrealistas como el humor de los Marx |
De los de peloteras absurdas, me impactó el de una jovencita que tenía un nombre bastante largo, pongamos que fuese Candelaria del Sagrario. En lugar de su nombre de pila, la joven prefería ser llamada por su apodo familiar, que era algo así como Delina. Bueno, pues a Teo se le metió entre ceja y ceja que Delina era una inmadura y que para curarla había que prohibirle usar el apodo y todos debíamos llamarla por su nombre completo. Delina replicó que sabía de un catequista llamado Teodoro al que todos llamaba Teo, cuya esposa, Dorotea, prefería ser llamada Dorita y que el equipo de catequista lo completaban Ubi, Nildita, Gini, Crispi y Leo, que no usaban sus nombres, sino abreviaturas. Teo se puso furioso y no se le ocurrió nada mejor que decirle a Delina que ella no estaba capacitada para decidir su propio nombre y que ya le comunicarían ellos, sus catequistas, cuando alcanzase la madurez necesario para poder usar un apodo.
Delina no pasó por el aro y se fue de la comunidad.
Otro escrute absurdo fue el de una hijita del CNC. Esta casi niña, aún menor de edad, lloraba porque desde que tenía uso de razón se afanaba por complacer a los demás para que la quisieran. No se sentía querida por sus padres, que nunca estaban en casa y dejaban a los abundantes hijos con niñeras a cual peor; el afán de cariño hacía que envidiase a todos sus hermanos y buscando afecto iba de novio en novio… Una historia lamentable. Y Teo, que no soportaba a sus propios hijos y aún menos a los de los demás, afirmando que era bueno anteponer la comunidad a los caprichos de una niñita, y que ya lo entendería cuando tuviese hijos.
De entre los escrutes con temas serios, recuerdo el de otra joven que esperó a ser escrutada para contar públicamente que estaba embarazada de su novio. Como el novio no era del CNC, el consejo de los catequistas fue que no se casara. La chica esperaba todo lo contrario, que le animasen a acelerar la boda, ya que poco antes habíamos tenido otro caso de matrimonio apresurado en otra comunidad de la parroquia. Pero no era lo mismo, ya que en el caso precedente los dos eran caminantes.
Entre los temas graves, el que me viene a la cabeza es el escrute de una joven que sostenía una tensa relación de amor-odio con su padre. El problema de fondo era que el matrimonio de sus padres era pura fachada social, pero no había ni amor ni respeto entre ellos, y la madre desahogaba sus penas con la hija, que se debatía entre el cariño filial hacia su padre y la lealtad hacia su madre. Por supuesto, Teo mandó a la hija a pedir perdón al padre.
En la siguiente sesión, me tocó a mí. Yo estaba en el grupo de quienes no teníamos secretos ocultos (hijos extramatrimoniales, relaciones con terceros, identidades secretas, abortos juveniles…) ni tampoco dramas familiares (padres separados o mal avenidos, hermanos drogatas, enfermedades incurables…), ni he tenido nunca apodo, ni poseía bienes propios porque había empezado a trabajar poco antes, ni mis aficiones implicaban tener un grupo estable de amigos fuera del CNC, ni faltaba a las convivencias, sino que hacía el trípode y preparaba cuantas veces me tocase. Me eché a temblar temiendo la ira de Teo si no le daba algo que le permitiera lucirse.
Podría haber hablado del desasosiego que me provocaba el proteccionismo de mi madre, pero ya llevaba visto lo suficiente para saber que es mejor no mentar a nadie de fuera. Así que me preparé para el chaparrón.
Podría haber hablado del desasosiego que me provocaba el proteccionismo de mi madre, pero ya llevaba visto lo suficiente para saber que es mejor no mentar a nadie de fuera. Así que me preparé para el chaparrón.
Mi temor fue infundado; mi escrute fue de los más ‘light’. Tuve la suerte de que en cada segundo escrutinio los catequistas deben localizar a jóvenes con posible vocación. Yo tenía ventitantos y sin novio, pero también tenía clarísimo que lo mío no era la clausura. Por supuesto, lo que yo opinase, Teo se lo pasó por el arco del triunfo y me mandó hacer una experiencia conventual. Eso fue todo.
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Ven con nosotras, hay sitio |
Todos los escrutes siguieron la misma tónica: los catequistas nos transmitían que toda nuestra vida anterior había sido puro paganismo, ninguno había agradado a Dios en toda su vida, ninguno le había servido con sincero corazón, todos debíamos asumir que éramos tan malvados como necios, incapaces de pasar al otro; daba igual de donde viniéramos y cuales fuesen nuestras circunstancias familiares:
Los casados usaban su matrimonio para su realización social y personal.
Los solteros se aprovechaban de los padres retrasando el momento de independizarse.
Los que tenían trabajo, estaban esclavizados por sus responsabilidades laborales.
Los estudiantes, idolatraban la carrera que cursaban por tomársela en serio.
Las amas de casa eran las peores, había que explicarles el papel de la mujer como ayuda adecuada para el varón.
Los jóvenes eran unos burgueses mimados. Los mayores, unos aburguesados relamidos.
Y de telón de fondo, siempre la cuestión del dinero, dinero, dinero. Porque el CNC idolatra al dinero, de forma que sólo miden la 'konversión' del catecúmeno con la vara del dinero dado a los pobres.
Hubo un señor que entregó una cantidad importante a un R.M., pero lo hizo por transferencia bancaria, sin trampa ni cartón. Se llevó una bronca de Teo, que dictaminó que tener justificante de las limosnas para desgravarse en la declaración de la renta era un engaño del maligno. Este señor era economista y respondió que con su dinero no iba a propiciar la economía sumergida de nadie. Le vaticinaron toda suerte de desgracias personales y familiares por obcecado.
Y de telón de fondo, siempre la cuestión del dinero, dinero, dinero. Porque el CNC idolatra al dinero, de forma que sólo miden la 'konversión' del catecúmeno con la vara del dinero dado a los pobres.
Hubo un señor que entregó una cantidad importante a un R.M., pero lo hizo por transferencia bancaria, sin trampa ni cartón. Se llevó una bronca de Teo, que dictaminó que tener justificante de las limosnas para desgravarse en la declaración de la renta era un engaño del maligno. Este señor era economista y respondió que con su dinero no iba a propiciar la economía sumergida de nadie. Le vaticinaron toda suerte de desgracias personales y familiares por obcecado.
Invariablemente, se trataba de hacernos ver que nuestra vida anterior era, a los ojos de Dios, un total fracaso que nos hubiese conducido irremediablemente a la condenación eterna. Pero Dios, en su infinita misericordia, ponía en nuestro camino, nunca mejor dicho, a unos hombres y mujeres que no dudaban en desgañitarse (ni en ensordecernos) con tal de despertarnos de nuestro sueño de muerte.
La conclusión es que sólo atendiendo las indicaciones de los profetas y ángeles enviados por Dios alcanzaríamos el verdadero cristianismo y, por tanto, adquiriríamos ¿el derecho? a gozar del Cielo.
Adicionalmente, dejaban caer el corolario de ‘pobres de aquellos que se escandalicen de lo que predicamos, más les valdría no haber nacido’.
Y había un segundo corolario, el de que si fuésemos agradecidos, besaríamos los pies de quienes nos rescataban de la muerte. Como suena, pues ya he indicado que actuaban como si no fuese a Cristo a quien debemos agradecer el rescatarnos de la muerte.
Eso fue lo que aprendí en los segundos escrutinios según el CNC.
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