A raíz de la última entrada publicada en Crux Sancta, nos hacemos eco de una entrevista más conciliadora realizada por el responsable de comunicación del Camino Neocatecumenal en España, Álvaro de Juana, para La Razón y que ha sido obtenida vía Camineo.info.
A pesar del carácter más conciliador, como se ha dicho antes, cabe destacar determinados aspectos en los que el señor David Rossen (en el artículo en Camineo no se dice su nombre) deja patente una idea de "antes" y "después" coincidiendo con la aprobación de la declaración de Nostra Aetate (en 1965 por SS Pablo VI, en el marco del Concilio Vaticano II), lo cual le lleva a hablar de "cristianos modernos" (¿entenderá en ello un católico light o un aburguesado?).
Tal vez el rabino David Rossen no lo pretenda, pero esa idea puede llevar no solo a los católicos, sino a la población en general, a la creencia errónea de la existencia de dos tiempos diferentes, en los que un tiempo sería mejor que otro (a saber: la época postconciliar sería mejor que la época preconciliar) y de igual manera ocurriría con la concepción de la Iglesia (una Iglesia "buena" coincidiendo en la época postconciliar contra la Iglesia preconciliar), a lo que debemos recordar que la Iglesia católica es la misma que instauró Cristo de manera que las diferenciaciones no resultan procedentes.
Por otro lado, en relación con los denominados "cristianos modernos" parecería entenderse que los católicos de hoy son mejores católicos por el hecho de ser de hoy. Como si se hubiera necesitado dos mil años y una declaración Nostra Aetate para decir cuál debe ser el comportamiento de los católicos para con las personas. Han leído bien: las personas, pues un católico no pretende hacer división de los grupos humanos según su origen o credo. Recordemos las palabras de Cristo y de San Pablo de hace dos mil años y vigentes para la cristiandad:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mc, 12:31)
"Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús" (Gl, 3:28)
Una vez dicho esto, lo que menos preocupa a un católico cuando tiene a otra persona delante es su nacionalidad. En frente se tiene a una persona con toda la dignidad de una criatura de Dios y, de manera que la nacionalidad o Estado al que se pertenece legalmente es un atributo añadido que no puede suponer motivo añadido de interés o preocupación. Es decir, si un determinado colectivo extendido por todo el mundo ha sufrido en el siglo XX un genocidio, preocupan las personas y no su Estado porque tal vez no lo tengan o no lo tuvieron.
Para evitar cualquier malentendido, insistimos que desde el blog Crux Sancta no respaldamos ninguna posición ideológica o política que lleve a atentar contra la identidad de los pueblos y sus culturas.
«Los judíos necesitan sentir la solidaridad de los católicos»
Álvaro de Juana / LA RAZONSun, 10 Nov 2013 18:18:00
El entendimiento del judaísmo con otras religiones, sobre todo con la católica, es una de sus prioridades y quizás por ello se ha revelado como una de las personalidades más notables e influyentes en este ámbito. El director internacional de Asuntos Interreligiosos del American Jewish Comité y del Instituto Heilbrunn para el Diálogo Interreligioso acude a menudo a reuniones y encuentros en el Vaticano y conoció de cerca a Juan Pablo II. Le une una amistad especial con Benedicto XVI y ya ha podido conversar con el Papa Francisco, al que admira profundamente.
–El Papa Francisco se caracterizó como arzobispo de Buenos Aires por su cercanía, amistad y cariño hacia el pueblo judío. Ahora, como obispo de Roma continúa con esta actitud. ¿Estamos ante una nueva etapa en las relaciones entre los dos pueblos?–Las relaciones nunca han sido mejores que ahora. La diferencia no es sustancial respecto a años anteriores, pero el estilo de Francisco es diferente, es favorable. El Papa Benedicto XVI quería a los judíos y también era muy favorable a las relaciones entre los dos pueblos, pero Francisco tiene un fuerte compromiso que es único. Creo que incluso él mismo está sorprendido de ello. Puede ser el Espíritu Santo, pero el hecho es que ha dado una imagen nueva de la Iglesia, particularmente de la amistad con el pueblo judío.
–Muchos católicos aún desconocen la declaración Nostra Aetate. ¿Qué ha supuesto desde que Pablo VI la aprobase en el año 1965?–Es una revolución y no es exagerado llamarlo así. Gracias a este documento los jóvenes de hoy no tienen el prejuicio hacia los judíos que sí existía antes. Durante casi 2.000 años el sentir ha sido que los judíos estaban malditos y condenados por Dios. Se les veía como a los enemigos de la Iglesia, incluso como aliados del demonio. Ha sido un cambio tremendo en la historia. Han pasado de ser vistos como la encarnación del demonio a hermanos queridos, sobre todo desde Juan Pablo II. No hay nada comparable en la historia del hombre a esto: de ser un tremendo enemigo a un querido hermano. Este camino se ha dado gracias a Juan XIII y al Concilio Vaticano II y por supuesto a Nostra Aetate. Juan Pablo II le dio el empuje final.
–El Papa Francisco ha afirmado en diversas ocasiones que no se puede ser cristiano antisemita. ¿Qué se puede hacer para erradicar este sentimiento?–Lo primero que hay que hacer es dar a conocer Nostra Aetate. La gente tiene que conocer las enseñanzas del magisterio del Vaticano desde esta declaración. He conocido a algunos sacerdotes y obispos que no la conocían, lo que significa que no ha formado parte de su formación como sacerdotes y esto es una tarea fundamental. La formación no se puede dejar solo en manos de los sacerdotes y los obispos, la Iglesia es mucho más. Los movimientos y carismas de la Iglesia, especialmente el Camino Neocatecumenal, tienen y están desarrollando ya una responsabilidad fundamental en esta educación. Debemos superar las heridas de la historia, tenemos que «pasarlas» del mal hacia el bien, sobre todo porque es el deseo de Dios que nos queramos, que tengamos un amor especial entre los cristianos y los judíos.
–A finales de junio Auchswitz albergó una celebración en homenaje a las víctimas del Holocausto a la que acudieron importantes rabinos, cardenales y obispos y se interpretó una sinfonía sobre el sufrimiento. Usted también estuvo presente. ¿Qué ha significado este acto para los judíos?–Se han hecho conciertos similares en otros sitios, pero el de Auchswitz ha sido el testimonio más poderoso del amor entre nosotros. Sin embargo, la mayoría de los judíos, sobre todo en Israel, no sabe todavía de estos cambios. La mayoría no ha conocido a un cristiano moderno. Cuando viajan fuera de Israel conocen a las personas como ''no judíos'' y no como cristianos modernos. Es muy importante que los judíos conozcan el verdadero mensaje de amor de los cristianos, pero no es sencillo porque hay mucho prejuicio en nuestra historia. Hay que hacerlo de forma inteligente para lograr el éxito, pero también para que no se vuelva contra nosotros como un boomerang.
–El sufrimiento es algo que tienen en común los dos pueblos. ¿Es uno de los puntos que está favoreciendo un mayor acercamiento?–Para que yo pueda saber que tú entiendes mi sufrimiento tengo que estar abierto a ti. Y si yo pienso que tú has sido el origen en mi sufrimiento, en principio no puedo estar abierto a ti. Para llegar a este punto necesito sentir la solidaridad del otro. Especialmente en Israel necesitan sentir la solidaridad de los católicos y esto abrirá el camino a cuestiones más profundas.
Fuente: Camineo.
No se confundan: El entrevistado, el rabino David Rosen, no es el hombre mayor situado en la parte central de la fotografía que publica Camineo. Aquí les mostramos a David Rosen con personas conocidas (y que al parecer no han encontrado nuestros amigos de Camineo):
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