Thursday, February 14, 2013

De trolls y otras cosas semejantes.


Las personas, como seres sociales, viven en comunidad y rodeados por sus semejantes. Muchas veces no se puede saber a ciencia cierta sobre cuáles son los motivos que les llevan a los individuos a permanecer vinculados a su grupo o núcleo social (ya se trate de amigos, compañeros de trabajo, vecinos o conocidos en agrupaciones socioculturales).

Unas veces veremos que prima el interés propio de beneficiarse en alguna situación concreta. Pensemos en los partidos políticos y la militancia en él, independientemente de que la forma de pensar de una persona concuerde con los principios políticos de esta formación.

Otras veces, por contra, la permanencia en el propio grupo es la mayor muestra de sacrificio hecha por amor. Pensemos en aquellas personas que pasan su vida con sufrimiento para permanecer junto con sus seres más queridos.

En temas de Fe, la cosa no difiere mucho: hay personas sencillas de corazón que viven día a día, sin hacer ruido ni salir en los medios. Pero en el polo opuesto también los hay trepas sobradamente conocidos y reconocidos que únicamente viven para si mismos, así como trolls. Posiblemente de los tres grupos es éste último (los trolls) al que le damos la misma credibilidad que a “los limpios de corazón”, pero la diferencia es que mientras unos son semejantes a la columna “firme y segura”, otros no son más que la carcoma que trata de descomponer la nave del pescador (o el arca de Noé, según se trate).

La imagen lo dice todo.

En los próximos días (si no ya desde el momento presente) encontraremos a los enemigos de la Iglesia hablando con buenas palabras para tratar de influenciar a los más incautos quienes no conocen/ conocemos los fines últimos de la presencia de la Iglesia en nuestras vidas. Estarán aquellos a quienes todo les parece bien (y aplaudirían hasta en una misa funeral o una despedida similar) y, por el lado contrario, aquellos que solo aplaudirán cuando la carcoma sea abundante y entiendan que el proceso sea ya irreversible.


Un caso muy llamativo del que podemos aprender una moraleja a través del paralelismo con el tema que nos atañe fue el acontecido a principios de 2007 en la archidiócesis de Madrid:

Ya cansados los ancianos párrocos de la iglesia de San Carlos Borromeo de Entrevías - Vallecas, optaron por enfocar su labor pastoral teniendo por bandera la imaginación al poder. Así que se empezó con las comuniones con galletas o mendrugos de pan (siendo ello justificado por la incomprensión de los niños a la presencia de Jesús en las formas consagradas); la realización de debates tras la lectura del Evangelio, o la celebración litúrgica mediante ritos inventados para acercar a los creyentes de muy diversas religiones (y no solamente a las confesiones cristianas no católicas).

Ello llevó a que el Arzobispado prohibiera la celebración de la Santa Misa en la parroquia anteriormente citada porque sus sacerdotes no seguían los cánones litúrgicos. De este modo, y como se podría suponer, los curas sesenta-y-ocheros no obedecieron y el resultado les fue muy satisfactorio. Incurrir en desacato les llevó a una posición de predominancia en el plano mediático español y para cubrir el acto hubo hasta un corresponsal de la BBC. El éxito de la celebración (que no se trató de una Misa en el sentido canónico) fue abrumador hasta el punto que asistió una muchedumbre entre los que destacó un segmento del anticatolicismo español más recalcitrante para felicitar a los párrocos por su labor (¿?). El ejemplo lo tenemos en las siguientes imágenes.




En la imagen anterior, un actor 'progresista' (y subvencionado) español tomando la comunión. Y no es broma.


José Bono, socialista católico y exministro de Defensa, tomando pan consagrado.


Visto lo cual, podemos observar como los trolls actúan con total impunidad (dentro y fuera de la Iglesia). Está implícito en su ADN, más que en su genotipo en su fenotipo, y en vez de ocultar los males en la medida de lo posible, se muestran orgullosos de ello porque su capacidad de raciocinio solo les alcanza para afirmar: "bien o mal, que hablen de mi", inconscientemente del daño que puedan provocar a si mismos o para con los demás pues, como la carcoma, los trolls viven de ello: del daño.

Entonces, como se ha dicho, si los trolls viven del daño. ¿Qué credibilidad le podemos dar? Pues sencilla y llanamente, ninguna, siempre y cuando nuestras intenciones o motivaciones no estén a la par con las de un troll.

Y ¿qué medios podemos emplear para terminar con los trolls? Pasar absolutamente de ellos. No responder ni seguirles el juego. Porque son como la publicidad, si no se les hacen caso mueren por si mismos.


Y cuál es la razón por la que se ha escrito sobre esto: Pues sinceramente porque como la actualidad apremia, ésta ha llevado a periodistas quienes no ven más allá de la Carrera de San Jerónimo a convertirse en vaticanistas, dejando en evidencia su escasez de luces, contactos y conocimientos; llevando a sonrojar a más de un lector/ oyente/ telespectador, pese a que sus opiniones puedan ser o hayan sido vertidas al espacio radiofónico desde los micrófonos de la Conferencia Episcopal Española, por decir un medio de tantos.




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