Un tema controvertido, que me propongo tratar en esta entrada, es el de la obediencia “debida” a los catequistas, obediencia que va indisolublemente asociado al “don de estado” que Dios otorga graciosamente a los catequistas del CNC (y, mientras no se demuestre lo contario, sólo a los del CNC), que puede traducirse como una “infalibilidad de facto”, porque nada que Dios haya protegido bajo su mano puede ser fuente de imperfección o error.

¿Entendéis? Los catequistas tienen una gracia de estado que procede por línea directa del dedo índice de la mano derecha de Dios; por tanto cuanto decidan sobre las comunidades que les han sido encomendadas, ESTARÁ bien, lo que hagan será correcto, bueno y agradable a Dios, encaminado siempre a que se gesten cristianos adultos que vivan como otros Cristos en medio del mundo; además los catequistas hacen que se den milagros y que el espíritu (con minúsculas) sea el mismo en todos sitios.
Esto es de primero de “cakicismo”, pero a causa de la “dureza de corazón” de algunos, lo iremos “partiendo” poco a poco, con la ayuda de Dios.
Para que veáis que no me invento nada, lo mejor es empezar por una cita salida de la boca del magno líder del CNC:
“Hay una cosa que se llama gracia de estado; hay unagracia especial que tienen los catequistas. Y yo digo: vosotros tenéis la gracia de estado; si Dios te ha elegido como catequista a través de la comunidad, tienes una asistencia especial del Espíritu Santo. No tengáis miedo, lo que decidís ESTA BIEN; no vengáis a mí a consultarme porque sois vosotros los catequistas no soy yo, yo puedo cometer un error. Vosotros tenéis una gracia de estado como los padres tienen una gracia de estado para los hijos; como la tiene el sacerdote; se llama gracia de estado.
Por esto siempre me he fiado de los catequistas, nunca he pensado que ese catequista no lo va a saber hacer. En esto no he tenido jamás problemas confiando todo al Señor. Y he visto que es verdad, los catequistas lo hacen bien, ninguno me ha dicho: Kiko, qué barbaridad lo que hacen estos catequistas, tendrías que inspeccionar las comunidades. Nunca ha venido nadie a decirme una cosa así. No es que yo sea el carismático y los que están a mi lado me copian y lo hacen bastante bien más o menos, los que son la tercera generación lo hacen bastante regular, y la cuarta ya fatal, y los más lejos de mí ya es un follón. No es así para nada ¡en absoluto! el Camino no es así para nada: hay quien no me conoce a mí, en Madagascar o en Australia, y se dan los mismos milagros, el mismo espíritu. ¿Habéis entendido esto? Hay una gracia de estado”.

¿Entendéis? Los catequistas tienen una gracia de estado que procede por línea directa del dedo índice de la mano derecha de Dios; por tanto cuanto decidan sobre las comunidades que les han sido encomendadas, ESTARÁ bien, lo que hagan será correcto, bueno y agradable a Dios, encaminado siempre a que se gesten cristianos adultos que vivan como otros Cristos en medio del mundo; además los catequistas hacen que se den milagros y que el espíritu (con minúsculas) sea el mismo en todos sitios.
En la última afirmación estoy totalmente de acuerdo: El espíritu de CNC es exactamente el mismo en todos sitios. En todos sitios la misma exigencia sugerencia de obedecer ciegamente a los catequistas, en todos sitios la misma imposibilidad de llamarles al orden si hacen barbaridades, porque sencillamente el insigne jefazo ha decretado que es metafísicamente imposible que los catequistas hagan barbaridades.
Por ejemplo, ordenar recomendar a alguien que se vista de gala y se vaya a la puerta de una iglesia a pedir limosna, no es una barbaridad, es una prueba de amor hacia ese alguien. Lo que pasa es que el alguien suele carecer del discernimiento necesario para comprender en qué consiste el verdadero amor de los hermanos, el que no se mueve por el interés, ni por el afectito, ni por cosa alguna que no sea el celo por la nuevangelización.
En suma, la razón por la que se impone se sugiere a todo catecúmeno que obedezca sin más a sus catequistas es el AMOR (con mayúsculas). Puesto que ellos representan al buen pastor que da su vida por sus ovejas y lleva en brazos a la descarriada. Obedecerse significa llegar SIEMPRE a pastos jugosos, tiernos y protegidos de los lobos, aunque estén más lejos, aunque la senda sea más pedregosa, ellos sólo quieren lo mejor para las ovejas.
El problema es la libertad del hombre. Por eso para ellos es tan importante hacerte ver que en tu libertad puedes juzgarlo todo y juzgar a todos y en el mismo momento en que das paso al juicio, te cargas la comunidad, te cargas la gestación del cristianito dentro de ti y pierdes el discernimiento.
Y la consecuencia de perder el discernimiento es que lo confundirás todo y confundirás el amor de los catequistas con soberbia y vanidad y su desvelo por ti con afán de dominio. Y entonces te irá mal y sufrirás como un condenado.
¿Dónde está la trampa?
Algunos de nuestros queridos ex_caminantes saben muy bien donde está la cruel trampa.
Cualquiera que venga a decirte que para ser cristiano
- has de renunciar a tu dignidad de hijo de Dios y descubrir públicamente tu intimidad
- has de renunciar a tu libre albedrío por ser un impedimento para que Dios se acerque a ti
- has de renunciar a la razón, porque de ella se vale el maligno para seducirte
- has de renunciar a familia, amigos y conocidos, salvo aquellos de los que te digan tus catequistas que son “dignos”
- has de vivir, no como te diga tu conciencia, sino como te dicen unos presuntos enviados de Dios (“ángeles”, según su líder).
Cualquier, repito, que haga tal cosa, “sea ángel de luz o nosotros mismos, sea anatema” (Gálatas 1,8).
Fin del episodio.
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