Decíamos ayer que el didáscalo nace para serlo, y se realiza a través de una comunidad, en la que ejerce su autoridad moral y su responsabilidad sobre los alevines, autoridad que sólo debe sometimiento a los catequistas, nunca al párroco, pudiendo suceder que el didáscalo se niegue a recibir los cursos de capacitación que prescriba el susodicho párroco, pues su ‘superior’ discernimiento, apoyado en las indicaciones de sus catequistas, le permite entender que esos cursos sólo los necesitan los religiosos naturales, no los didáscalos elegidos por Dios a través de la comunidad, que es obra de Dios, dicen.
Pero en el CNC toda cadena de mando es jerárquica en función de la ‘altura de fe’, expresión que significa altura de camino y que usualmente es directamente proporcional a los años de camino. Por tanto, el didáscalo de la primera comunidad gobierna a los demás didáscalos.
Decíamos también, que el cometido del didáscalo es hacer hablar a los alevines. El didáscalo no enseña a rezar, que es tarea de los padres; ni enseña moral, porque ‘el cristianismo no es un moralismo’; el didáscalo está puesto para sonsacar a los alevines lo que eufemísticamente llaman ‘su vida de fe’ que, en román paladino significa que al didáscalo se le cuenta cuantas veces se ha escaqueado el alevín de las Laúdes dominicales, cuantas veces se han enfadado los papás o desde hace cuantos días no se hablan, cuantas peleas ha tenido con sus hermanos, lo harto que está de tener que compartir habitación con tres hermanitos más… Porque la misión del didáscalo es poner luz en todo aquello que el alevín cuestione sobre el CNC, al tiempo que le hace entender que él ha nacido gracias al CNC (Dios es secundario) y que su destino es vivir para el CNC.
Pero para que todo vaya bien, es además conveniente evitar las amistades ‘poco recomendables’ que puedan interferir. Para ello se responsabiliza a los padres de que sus hijos no confraternicen con paganos ni con religiosos naturales; los padres deben obligar a los hijos a ir a la comunidad para que hagan amigos en el CNC, y también se recomienda que se pongan de acuerdo para enviar a los hijos a los mismos centros escolares:
“Cuando se ven rechazados por la escuela, se venden a los amigos para ser aceptados e inmediatamente ahí se acabó toda educación cristiana. (…) Vemos entonces que es muy importante que el primer núcleo, que es la escuela, lo viven con amigos de la comunidad, porque les va a marcar muchísimo a estos chicos.También te marcaría a ti. Si tú te das cuenta que la familia no te está sirviendo para vivir socialmente., hay un instinto en nosotros que entonces intentamos inventarnos la familia con los amigos, una familia distinta. (…)
Nosotros vemos que en vez de que en la escuela o en la calle ellos se fabriquen esa segunda familia social, le vamos a ayudar nosotros a que se la formen. ¿Cómo? Con amigos ya nuestros, porque es muy distinto si el chico entra en un grupo ateo, en un grupo de hijos de marxistas. Es muy importante darle “el medio”. (…)
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¡Cuidado con los amigos del cole! |
Y la otra gran misión del didáscalo es asegurar la participación de los alevines en las ‘eucas’. Sobre este asunto, el gran líder reconoce que los pequeños alevines no se enteran de nada, pero hace comprender a los suyos que eso es lo de menos, lo importante es que aprendan a obedecer:
"La Eucaristía no tiene que ser divertida para el niño, porque la Eucaristía es una cosa muy seria y las cosas serias jamás son diversión y que no tuviera algo de sufrimiento, que no supiera algo de sacrificio. La Escuela es una cosa seria y les cuesta trabajo; no se trata de divertirse siempre.
Por lo cual. Las Misas que hacen para los niños con guitarra y todo un follón de cosas, que hablan de ellos y les hablan de todo para ellos, y todos se la pasan muy bien, es anti-pedagógico en nuestra opinión. (…)
Yo recuerdo cuando íbamos de pequeños a la Misa cantada y estábamos dos horas y media de pié en el presbiterio, y no tengo de esas Misas una mala impresión, eso lo hemos vivido todos. Y ni siquiera estábamos sentados; no abríamos la boca, ni cantábamos ni participábamos ni nada. Y no creo que eso haya sido para mí ninguna cosa negativa”. (mamotreto de los didáscalos, 3 de febrero 1985).
Aunque años más tarde, parece haber cambiado de opinión sobre la idoneidad de unas Misas en las que el ‘participante’ no participa ni se entera de nada:
“Recuerdo que entonces iba a misa el domingo y, con quince años, algunos amigos, estando la iglesia llena, nos quedábamos al fondo -era antes del Concilio- y aguantábamos allí de pie..., íbamos a aquella misa porque no se predicaba, era más breve..., se oía una campanilla y nos poníamos de rodillas, nos levantábamos y esperábamos a que terminase para poder largarnos.
Yo me daba cuenta de que aquella no era una manera de practicar. Aunque parezca extraño, la misa así de mal vivida fue la situación por la que me iba dando cuenta de que tenía que dejarlo, tenía que buscar otros caminos”. (Discurso en Asís, 1 de noviembre de 1996).
Yo me daba cuenta de que aquella no era una manera de practicar. Aunque parezca extraño, la misa así de mal vivida fue la situación por la que me iba dando cuenta de que tenía que dejarlo, tenía que buscar otros caminos”. (Discurso en Asís, 1 de noviembre de 1996).
Podría pensarse, en consecuencia, que el jefazo se haya dado cuenta de que agotar a los alevines con misas larguísimas, en las que ni se enteran, ni cantan ni hablan más que porque se les obliga no es una manera de practicar. Nada de eso. En realidad, se está reafirmando en que, mientras sean pequeños, lo que importa es que aprendan a obedecer en algo que les resulta pesado, aburrido e incomprensible.
Pero con 14-15 años, ya la cosa se pone difícil y más ahora que todos tienen móvil de última generación y se pasan la ‘euca’ ‘wasappeando’ sin parar. Se hace necesario buscar otros medios para mantener el control sobre los chicos.
Por eso han surgido los pseudo-garantes para alevines, que no se llaman garantes, sino padrinos, pero que va de lo mismo y con el mismo esquema: un grupo reducido de chicos desde los 12 hasta los 16 años se junta una vez al mes en la casa del matrimonio de ‘padrinos’ para contar cómo ha ido su vida de fe (lo que, en la práctica, se traduce en que hablen de amoríos, de brocas con los padres y de peleas con los n-cientos hermanos) y escuchen las recomendaciones de los padrinos (que lejos de tener carisma o de haber sido designados por la comunidad, simplemente son voluntarios, como si se tratase de una ONG) y concluye la reunión con una cenorra.
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Razón frente a sentimiento |
Se parte de la premisa de que cuanto se diga en esas reuniones son arcano y nada va a trascender a los padres… la realidad es que los adolescentes parecen encontrar irresistibles los cotilleos. Y tampoco se ha acreditado que el procedimiento asegure la persistencia de los alevines en el CNC, pero si parece que el compartir secretos fortalece el vínculo con el grupo, que es de lo que se trata.
En resumen, la experiencia emocional es trascendental, pues el CNC confunde ¿interesadamente? emoción y fe, sin percatarse de que la fe nace de la mente antes que se sentimientos religiosos; y se apela al sentimentalismos cuando más vulmerables son los alevines.
¿Victoria segura?
En resumen, la experiencia emocional es trascendental, pues el CNC confunde ¿interesadamente? emoción y fe, sin percatarse de que la fe nace de la mente antes que se sentimientos religiosos; y se apela al sentimentalismos cuando más vulmerables son los alevines.
¿Victoria segura?
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