Este documento ha llegado al blog de parte de un colaborador anónimo, el blogger no necesariamente comparte todas las expresiones usadas pero considera de gran importancia muchos de los aspectos que el documento expresa.
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El presente documento nace de la solicitud de un ministro de la Iglesia que, habiendo caminado durante años en una comunidad neocatecumenal, no ha dejado de experimentar algunas perplejidades, sobre todo en el ámbito litúrgico. No obstante, en este texto me referiré exclusivamente a la celebración de la Misa, sin prestar atención a otras cuestiones litúrgicas que revisten importancia, como es el caso de la vigilia pascual, de las celebraciones paralitúrgicas del jueves y viernes santo, de las celebraciones penitenciales, de las peculiares celebraciones de la liturgia de las horas, o de las llamadas “Eucaristías [sic] pascuales” [se designa con este nombre a las Misas solemnes que celebran diariamente durante la cincuentena pascual las comunidades que han terminado el itinerario del Camino neocatecumenal. Recuérdese que en las comunidades neocatecumenales se llama siempre “Eucaristía” a la celebración de la misma, es decir, a la Misa. Así, se oyen frecuentemente expresiones como “Vamos a hacer una Eucaristía” o “¿Cuántas Eucaristías celebráis en vuestra parroquia?” De modo semejante, es fácil encontrarse con neocatecúmenos poco instruidos que creen sinceramente que la Misa es la celebración habitual del templo parroquial, mientras que la Eucaristía es la celebración tal y como se hace en las comunidades neocatecumenales].
PREMISA
Antes de pasar a detallar algunos abusos litúrgicos que se verifican en las comunidades neocatecumenales, me parece fundamental hacer una observación. En mi humilde opinión, la verdadera cuestión no es la liturgia. Es cierto que se dan divergencias entre lo estipulado por la ley litúrgica y la praxis habitual de las comunidades neocatecumenales. Pero, por más que estas divergencias deban ser corregidas, no constituyen un abuso realmente grave, sobre todo en relación a la lamentable situación en la que viven la liturgia tantas, sino la mayoría, de nuestras parroquias. En efecto, ante la terrible ignorancia litúrgica, ante la demolición del rito romano de la que hablaba Klaus Gamber, hay que señalar que en las comunidades neocatecumenales se enseña a los fieles el amor a la liturgia, y que los fieles cristianos educados en el Camino son conducidos a la actuosa participatio deseada por el concilio Vaticano II, no en el sentido superficial de “hacer cosas” durante la celebración, sino en su verdadero significado de morir con Cristo y resucitar con él en cada celebración.
La verdadera cuestión es el establecimiento de una jerarquía paralela, que se interpone como mediadora de la voluntad de Dios para el fiel cristiano, entre este y la auténtica estructura jerárquica de la Iglesia.
En mi humilde opinión, tras varios años de participación y colaboración con las comunidades neocatecumenales, pudiendo conocer de cerca el modus operandi de sus iniciadores, y después de mucha reflexión, a veces dolorosa, creo que el verdadero problema del Camino no es el problema litúrgico, sino que la cuestión litúrgica es solo una manifestación, entre muchas, de un problema más hondo.
Me refiero a la estructura de los equipos de catequistas. En efecto, lo que se estipula en el artículo 2 de los vigentes estatutos del Camino neocatecumenal, según se aclara en la nota 8, es que, para todo lo referente a las comunidades neocatecumenales, la jurisdicción corresponde a los pastores de la Iglesia (“los ministros ordenados”), mientras que a los equipos de catequistas les corresponde aportar un “conocimiento técnico” acerca de cómo se realiza el Camino.
Pero la realidad es muy distinta. A los legítimos pastores, párrocos u obispos, se les invita a aceptar la introducción del Camino neocatecumenal en el ámbito de su jurisdicción, pero quien de hecho ejerce la jurisdicción en la práctica es el equipo de catequistas. Así, los catequistas legislan dictando normas, juzgan dirimiendo controversias e imponiendo sanciones, y gobiernan indicando cómo actuar o escrutando a los neocatecúmenos, a quienes exhortan continuamente a la obediencia.
Es la existencia de esta estructura intermedia la que constituye el verdadero problema del Camino neocatecumenal; pero también resulta ser, en mi humilde opinión, su mayor fortaleza. En efecto, en una época de vacío de poder y de falta de identidad eclesial, las comunidades neocatecumenales ofrecen a los fieles deseosos de una vivencia más auténtica del Evangelio un ámbito de autenticidad, de obediencia, de unidad corporativa. Gracias a esta estructura intermedia, que se sale de los cauces ordinarios de la pastoral diocesana y parroquial, los fieles católicos neocatecúmenos no están a merced del auténtico torbellino doctrinal, litúrgico y pastoral que aqueja a nuestras parroquias; de igual modo, gracias a ella se ha podido dar cauce a una apuesta clara y decidida por la misión y la catequización.
Pero esta estructura necesita justificarse a sí misma; en la práctica, el catequista se presenta ante el neocatecúmeno como garante de la voluntad de Dios sobre su vida. Aparte de algunas exageraciones que han tenido lugar, pero que no constituyen la práctica habitual en las comunidades, el catequista impone preceptos a los neocatecúmenos; castiga con sanciones medicinales, como la expulsión temporal de la comunidad; exhorta a la obediencia a los catequistas, en nombre de Dios y de la Iglesia; o incluso enseña a los ministros sagrados (incluidos los obispos) a celebrar el culto litúrgico. Hasta tal punto se interpone la estructura de los catequistas entre la jerarquía auténtica y el conjunto de los neocatecúmenos que si la Santa Sede ordena realizar un cambio, hay que esperar a que los iniciadores lo “transmitan” a los itinerantes, y estos al resto de los neocatecúmenos.
Precisamente por esta razón, cuando la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos emitió en 2006 una carta con normas litúrgicas específicas para las comunidades neocatecumenales, no se introdujo ningún cambio en las celebraciones de la Misa. Del mismo modo, coincidiendo con la primera aprobación de los estatutos, se introdujo en una convivencia de catequistas itinerantes el canto del Cordero de Dios, que hasta entonces se sustituía por una versión del “Cuarto canto del siervo de Yavéh” musicalizada por Kiko Argüello. Esto significa, más en concreto, que los iniciadores del Camino ordenaron a los catequistas inmediatamente sujetos a ellos hacerlo así a partir de entonces; a las pocas semanas se estaba haciendo en las comunidades del mundo entero.
Un caso especialmente significativo es el de la comunión. Desde los inicios del Camino neocatecumenal, los fieles recibían la Comunión sentados en su sitio y tenían la Hostia en sus manos hasta que, habiendo terminado de distribuir el Cuerpo de Cristo, el sacerdote regresaba a la sede y, todos sentados, sumían a la vez el sacramento. Sin embargo, hace unos pocos años, Kiko Argüello anunció a los itinerantes que había tenido una conversación privada con Benedicto XVI y que este, personalmente, le había dado permiso para que los neocatecúmenos recibieran la comunión de pie en el sitio. Según Argüello, el permiso dado personalmente y de viva voz por el Santo Padre había de obedecerse de la siguiente manera: al llegar el ministro al sitio, el fiel se pone de pie, y recibe la Hostia en sus manos; cuando el sacerdote termina de distribuir la comunión, va a la sede y entonces todos comulgan a la vez, de pie; entonces, inmediatamente después de introducir el Cuerpo de Cristo en la boca, todos se sientan para masticarlo e ingerirlo (téngase en cuenta que se trata de unos panes ácimos de fabricación casera que suelen tener algo menos de un centímetro de espesor). Pero a los pocos meses el iniciador del Camino consideró oportuno introducir un cambio en la interpretación del mandato pontificio, e indicó a los equipos de catequistas que en vez de permanecer de pie hasta el momento de sumir la Hostia, habría que sentarse inmediatamente después de recibirlo, de modo que cuando todos, fieles y sacerdote, comulgaran a la vez, todos estuvieran sentados. En resumidas cuentas, los fieles tienen que sentarse con el Cuerpo de Cristo entre las manos. Piénsese lo que esto significa cuando se trata de personas ancianas, a las que les cuesta sentarse, o de ciegos, niños, personas con uno o ambos brazos inhábiles, etc.
El problema real, por tanto, no es que se opte por desobedecer al Misal en algunas cosas; eso lo hacen, por desgracia, infinidad de sacerdotes en el mundo entero. La verdadera cuestión es la razón de esta desobediencia: se desobedece al Misal de modo sistemático para obedecer a un “catequista”, que pretende actuar en nombre de la Iglesia.
Aquí termina la primera parte de este estudio de las Misas (Eucaristías) en las Comunidades Neocatecumenales.
Para leer la Segunda Parte del documento diríjase al siguiente enlace:
http://cruxsancta.blogspot.com/2013/08/la-misa-en-las-comunidades_21.html
Fin de la Primera Parte
CONTINUARA....
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PREMISA
Antes de pasar a detallar algunos abusos litúrgicos que se verifican en las comunidades neocatecumenales, me parece fundamental hacer una observación. En mi humilde opinión, la verdadera cuestión no es la liturgia. Es cierto que se dan divergencias entre lo estipulado por la ley litúrgica y la praxis habitual de las comunidades neocatecumenales. Pero, por más que estas divergencias deban ser corregidas, no constituyen un abuso realmente grave, sobre todo en relación a la lamentable situación en la que viven la liturgia tantas, sino la mayoría, de nuestras parroquias. En efecto, ante la terrible ignorancia litúrgica, ante la demolición del rito romano de la que hablaba Klaus Gamber, hay que señalar que en las comunidades neocatecumenales se enseña a los fieles el amor a la liturgia, y que los fieles cristianos educados en el Camino son conducidos a la actuosa participatio deseada por el concilio Vaticano II, no en el sentido superficial de “hacer cosas” durante la celebración, sino en su verdadero significado de morir con Cristo y resucitar con él en cada celebración.

En mi humilde opinión, tras varios años de participación y colaboración con las comunidades neocatecumenales, pudiendo conocer de cerca el modus operandi de sus iniciadores, y después de mucha reflexión, a veces dolorosa, creo que el verdadero problema del Camino no es el problema litúrgico, sino que la cuestión litúrgica es solo una manifestación, entre muchas, de un problema más hondo.
Me refiero a la estructura de los equipos de catequistas. En efecto, lo que se estipula en el artículo 2 de los vigentes estatutos del Camino neocatecumenal, según se aclara en la nota 8, es que, para todo lo referente a las comunidades neocatecumenales, la jurisdicción corresponde a los pastores de la Iglesia (“los ministros ordenados”), mientras que a los equipos de catequistas les corresponde aportar un “conocimiento técnico” acerca de cómo se realiza el Camino.
Pero la realidad es muy distinta. A los legítimos pastores, párrocos u obispos, se les invita a aceptar la introducción del Camino neocatecumenal en el ámbito de su jurisdicción, pero quien de hecho ejerce la jurisdicción en la práctica es el equipo de catequistas. Así, los catequistas legislan dictando normas, juzgan dirimiendo controversias e imponiendo sanciones, y gobiernan indicando cómo actuar o escrutando a los neocatecúmenos, a quienes exhortan continuamente a la obediencia.
Es la existencia de esta estructura intermedia la que constituye el verdadero problema del Camino neocatecumenal; pero también resulta ser, en mi humilde opinión, su mayor fortaleza. En efecto, en una época de vacío de poder y de falta de identidad eclesial, las comunidades neocatecumenales ofrecen a los fieles deseosos de una vivencia más auténtica del Evangelio un ámbito de autenticidad, de obediencia, de unidad corporativa. Gracias a esta estructura intermedia, que se sale de los cauces ordinarios de la pastoral diocesana y parroquial, los fieles católicos neocatecúmenos no están a merced del auténtico torbellino doctrinal, litúrgico y pastoral que aqueja a nuestras parroquias; de igual modo, gracias a ella se ha podido dar cauce a una apuesta clara y decidida por la misión y la catequización.
Pero esta estructura necesita justificarse a sí misma; en la práctica, el catequista se presenta ante el neocatecúmeno como garante de la voluntad de Dios sobre su vida. Aparte de algunas exageraciones que han tenido lugar, pero que no constituyen la práctica habitual en las comunidades, el catequista impone preceptos a los neocatecúmenos; castiga con sanciones medicinales, como la expulsión temporal de la comunidad; exhorta a la obediencia a los catequistas, en nombre de Dios y de la Iglesia; o incluso enseña a los ministros sagrados (incluidos los obispos) a celebrar el culto litúrgico. Hasta tal punto se interpone la estructura de los catequistas entre la jerarquía auténtica y el conjunto de los neocatecúmenos que si la Santa Sede ordena realizar un cambio, hay que esperar a que los iniciadores lo “transmitan” a los itinerantes, y estos al resto de los neocatecúmenos.
Precisamente por esta razón, cuando la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos emitió en 2006 una carta con normas litúrgicas específicas para las comunidades neocatecumenales, no se introdujo ningún cambio en las celebraciones de la Misa. Del mismo modo, coincidiendo con la primera aprobación de los estatutos, se introdujo en una convivencia de catequistas itinerantes el canto del Cordero de Dios, que hasta entonces se sustituía por una versión del “Cuarto canto del siervo de Yavéh” musicalizada por Kiko Argüello. Esto significa, más en concreto, que los iniciadores del Camino ordenaron a los catequistas inmediatamente sujetos a ellos hacerlo así a partir de entonces; a las pocas semanas se estaba haciendo en las comunidades del mundo entero.
Un caso especialmente significativo es el de la comunión. Desde los inicios del Camino neocatecumenal, los fieles recibían la Comunión sentados en su sitio y tenían la Hostia en sus manos hasta que, habiendo terminado de distribuir el Cuerpo de Cristo, el sacerdote regresaba a la sede y, todos sentados, sumían a la vez el sacramento. Sin embargo, hace unos pocos años, Kiko Argüello anunció a los itinerantes que había tenido una conversación privada con Benedicto XVI y que este, personalmente, le había dado permiso para que los neocatecúmenos recibieran la comunión de pie en el sitio. Según Argüello, el permiso dado personalmente y de viva voz por el Santo Padre había de obedecerse de la siguiente manera: al llegar el ministro al sitio, el fiel se pone de pie, y recibe la Hostia en sus manos; cuando el sacerdote termina de distribuir la comunión, va a la sede y entonces todos comulgan a la vez, de pie; entonces, inmediatamente después de introducir el Cuerpo de Cristo en la boca, todos se sientan para masticarlo e ingerirlo (téngase en cuenta que se trata de unos panes ácimos de fabricación casera que suelen tener algo menos de un centímetro de espesor). Pero a los pocos meses el iniciador del Camino consideró oportuno introducir un cambio en la interpretación del mandato pontificio, e indicó a los equipos de catequistas que en vez de permanecer de pie hasta el momento de sumir la Hostia, habría que sentarse inmediatamente después de recibirlo, de modo que cuando todos, fieles y sacerdote, comulgaran a la vez, todos estuvieran sentados. En resumidas cuentas, los fieles tienen que sentarse con el Cuerpo de Cristo entre las manos. Piénsese lo que esto significa cuando se trata de personas ancianas, a las que les cuesta sentarse, o de ciegos, niños, personas con uno o ambos brazos inhábiles, etc.
El problema real, por tanto, no es que se opte por desobedecer al Misal en algunas cosas; eso lo hacen, por desgracia, infinidad de sacerdotes en el mundo entero. La verdadera cuestión es la razón de esta desobediencia: se desobedece al Misal de modo sistemático para obedecer a un “catequista”, que pretende actuar en nombre de la Iglesia.
Aquí termina la primera parte de este estudio de las Misas (Eucaristías) en las Comunidades Neocatecumenales.
Para leer la Segunda Parte del documento diríjase al siguiente enlace:
http://cruxsancta.blogspot.com/2013/08/la-misa-en-las-comunidades_21.html
Fin de la Primera Parte
CONTINUARA....
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