Esta es la segunda parte del estudio de las Misa neocatecumenles si desea leer la primera parte diríjase al siguiente enlace:
http://cruxsancta.blogspot.com/2013/08/la-misa-en-las-comunidades.html
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DIVERGENCIAS ENTRE EL MISAL ROMANO Y LA PRAXIS EN LA MISA DOMINICAL CELEBRADA EN LAS COMUNIDADES NEOCATECUMENALES
A pesar de todo lo expuesto, no considero adecuada la comparación entre el Ordo Missae de Pablo VI y un supuesto Ordo Missae Neocatecumenalis (cf. Fernández, “La celebración de la Eucaristía en el camino neocatecumenal”, PHASE 260, 2004, 149-151) pues ni éste existe oficialmente ni se usa otro libro litúrgico oficiosamente editado para las celebraciones eucarísticas en las comunidades. Más bien se debe hablar de una serie de variaciones introducidas de forma relativamente homogénea en la celebración. Digo “relativamente homogénea” precisamente porque no hay un misal propio del Camino neocatecumenal y las prácticas abusivas se introducen de viva voz, por “transmisión” de los catequistas a cada sacerdote en particular, o por imitación de unos sacerdotes a otros. Por esta razón, algunas de las variaciones se producen porque son directamente promovidas por los catequistas (como, por ejemplo, el no arrodillarse en la consagración), mientras que otras se dan por simple costumbre (como, por ejemplo, que el celebrante no comulgue en el altar, sino en la sede). A continuación pretendo ofrecer un elenco, bastante exhaustivo, de estas variaciones.
Para hacerlo de una forma ordenada distingo los abusos habituales de los que se realizan solo de forma ocasional. Lógicamente, no incluyo en este elenco los privilegios que la Santa Sede ha concecido a las comunidades neocatecumentales para la celebración de la Misa, a saber: comulgar siempre bajo las dos especies de pie en el sitio, y darse la paz antes de la plegaria eucarística (cf. Neocatechumenale iter statuta. Aprobación definitiva, 11 de Mayo de 2008).
A. DE FORMA CONSTANTE, FRECUENTE O HABITUAL
DIVERGENCIAS ENTRE EL MISAL ROMANO Y LA PRAXIS EN LA MISA DOMINICAL CELEBRADA EN LAS COMUNIDADES NEOCATECUMENALES
A pesar de todo lo expuesto, no considero adecuada la comparación entre el Ordo Missae de Pablo VI y un supuesto Ordo Missae Neocatecumenalis (cf. Fernández, “La celebración de la Eucaristía en el camino neocatecumenal”, PHASE 260, 2004, 149-151) pues ni éste existe oficialmente ni se usa otro libro litúrgico oficiosamente editado para las celebraciones eucarísticas en las comunidades. Más bien se debe hablar de una serie de variaciones introducidas de forma relativamente homogénea en la celebración. Digo “relativamente homogénea” precisamente porque no hay un misal propio del Camino neocatecumenal y las prácticas abusivas se introducen de viva voz, por “transmisión” de los catequistas a cada sacerdote en particular, o por imitación de unos sacerdotes a otros. Por esta razón, algunas de las variaciones se producen porque son directamente promovidas por los catequistas (como, por ejemplo, el no arrodillarse en la consagración), mientras que otras se dan por simple costumbre (como, por ejemplo, que el celebrante no comulgue en el altar, sino en la sede). A continuación pretendo ofrecer un elenco, bastante exhaustivo, de estas variaciones.
Para hacerlo de una forma ordenada distingo los abusos habituales de los que se realizan solo de forma ocasional. Lógicamente, no incluyo en este elenco los privilegios que la Santa Sede ha concecido a las comunidades neocatecumentales para la celebración de la Misa, a saber: comulgar siempre bajo las dos especies de pie en el sitio, y darse la paz antes de la plegaria eucarística (cf. Neocatechumenale iter statuta. Aprobación definitiva, 11 de Mayo de 2008).
A. DE FORMA CONSTANTE, FRECUENTE O HABITUAL
- El celebrante y los fieles laicos comulgan a la vez. Creo que esta es la cuestión más grave de todas las que se enumeran en este elenco. Esta innovación, tan opuesta a todas las tradiciones litúrgicas, obliga a introducir otros cambios en los ritos de comunión. En efecto, una vez recitado el “Cordero de Dios”, los fieles se sientan mientras termina la fracción del pan; entonces el sacerdote celebrante pasa distribuyendo el Cuerpo de Cristo a todos los fieles que desean comulgar; conforme se va acercando a ellos, se van poniendo de pie y reciben la Hostia en las manos respondiendo “Amén” a las palabras “El Cuerpo de Cristo”, pero no sumen el sacramento inmediatamente, sino que toman asiento y esperan con él en las manos. Entonces el sacerdote va a la sede, donde se sienta, y dice: “Este es el cordero de Dios, etc.”, y todos responden “Señor, no soy digno, etc.”. Entonces el celebrante dice en voz alta y en primera persona del plural “El Cuerpo de Cristo nos guarde para la vida eterna”, y todos responden “Amén”. Entonces todos comulgan a la vez, sentados. Después de un silencio el sacerdote va al altar, toma el cáliz y regresa a la sede (a veces es un acólito el que le acerca el cáliz hasta la sede), donde dice “La Sangre de Cristo nos guarde para la vida eterna”, a lo que todos responden “Amén”. A continuación, el celebrante se acerca a los fieles y les va dando a beber del cáliz. Los fieles están sentados y se levantan cuando el sacerdote llega hasta ellos; el celebrante dice “La sangre de Cristo” y cada fiel responde “Amén”, y comulga.
- Se cambia el texto del canon en la consagración en la plegaria eucarística II. El texto, que se usa cantado con una melodía acompañada por guitarras es el siguiente: “El cual, cuando iba a ser entregado a su pasión, voluntariamente aceptada, tomó el pan, y elevando los ojos a ti, Padre, Padre, pronunció la bendición; lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros. Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz lleno del fruto de la vid, y elevando los ojos a Ti, Padre, Padre, pronunció la bendición; lo pasó a sus discípulos diciendo: Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía [No es infrecuente que algunos sacerdotes, influidos por las catequesis de los iniciadores del Camino, digan aquí: Haced esto como mi memorial] Este es el sacramento de nuestra fe. Anunciamos tu muerte, Señor. Proclamamos tu resurrección, ¡Maran-atha, Maran-atha, Maran-atha!” [Cursivas mías, para indicar las partes alteradas]. Como ya he indicado, no existe un “Misal Neocatecumenal”; este texto está tomado del cantoral “¡Resucitó!”, que incluye todos los cantos propios de las comunidades neocatecumenales.
Rara vez se utiliza otra plegaria, sobre todo si se canta. Es cierto que también se han musicalizado el prefacio de la plegaria IV (que se usa raramente) y el prefacio pascual, cuya melodía se puede aplicar para cualquier otro prefacio, de forma que, en principio, se podrían utilizar las plegarias I, III y IV cantando solo el prefacio, pero la importancia que se le da al canto de la anáfora completa hace poco frecuente el uso de dichas plegarias. También es cierto que existe una musicalización del texto canónico de la consagración de la plegaria II, pero casi no se usa. - Los fieles cantan parte del prefacio. Las palabras “Muriendo destruyó nuestra muerte; resucitando restauró nuestra vida” del primer prefacio pascual, las canta el sacerdote solo, primero, y a continuación, toda la asamblea. Estas palabras se insertan casi siempre en los demás prefacios para poder hacer este diálogo con los fieles en los demás tiempos litúrgicos.
- Se prefiere la celebración fuera de lugar sagrado y en altar móvil. La celebración de la Misa en pequeña comunidad es un valor fundamental para las comunidades neocatecumenales. Esto motiva que se opte por celebrar en salones que se adecúan mejor al tamaño de una comunidad neocatecumenal, que suele constar de un número de entre veinte y cincuenta personas. La costumbre hace que muchas veces, en igualdad de condiciones se prefiera una sala a un oratorio, capilla o iglesia, si bien es cierto que se suele recurrir al lugar sagrado cuando se trata de celebraciones más numerosas, como cuando se juntan varias comunidades.
La importancia tan grande que se concede a la disposición de la asamblea en torno al altar motiva que se prefiera el uso de un altar móvil, incluso aunque exista en el recinto un altar consagrado o bendecido, ya que en la mayoría de las iglesias los altares están en un extremo del recinto, y no permiten que la asamblea se disponga alrededor. - Se ponen flores sobre el altar. El altar, situado en el centro de la asamblea, está adornado con flores. Los adornos florales para la Misa consisten habitualmente en sendos ramos de flores, uno delante del ambón y otro delante del altar, y unas flores artísticamente dispuestas en el borde más alejado del que usa el celebrante y en los bordes laterales. En cuaresma no se suelen usar flores.
- Los fieles intervienen espontáneamente, dando “ecos” de la Palabra de Dios o vivencias. Esto se realiza siempre, y se recomienda muy vivamente por parte de los catequistas. Siempre se recuerda que debe tratarse de testimonios personales y no de homilías, lo cual es competencia del celebrante, pero no es raro que los neocatecúmenos transgredan este límite. Si bien la costumbre de estos cuarenta años venía siendo dejar que estas intervenciones se prolongaran todo el tiempo que los fieles lo deseasen, desde hace algunos años hay una cierta tendencia, propuesta efectivamente por algunos catequistas itinerantes, a reducir los ecos a tres o cinco solamente. Pero esta limitación no es constante ni generalizada.
- En el tiempo pascual se cambian las palabras del saludo de la paz por “Cristo ha resucitado”. Los fieles se lo dicen mutuamente, cambiándolo por el habitual “la paz contigo”. A veces el celebrante también dice “Cristo ha resucitado” en vez de “la paz del Señor esté con vosotros”.
- Los fieles no se arrodillan en la consagración. Cuando, en la convivencia con la que se empieza el Camino neocatecumenal, se explica este gesto, suele causar extrañeza entre los fieles más cercanos a la práctica religiosa. Los catequistas suelen responder indicando que la Misa tiene un sentido pascual y que hay que quedarse de pie siguiendo el espíritu del mandato veterotestamentario “comerán la Pascua de pie, con la cintura ceñida y el bastón en la mano”, que ahora tiene un sentido escatológico (Cristo viene para llevarnos con él). En vez de la genuflexión, se hace una inclinación leve de cabeza durante la mostración de las especies (que el sacerdote hace girando en semicírculo sobre sí, desde la izquierda hasta la derecha) y con una inclinación profunda cuando el celebrante hace la genuflexión.
- Los fieles se sientan durante la fracción del pan. Una vez cantado o recitado el Cordero de Dios, los fieles se sientan, incluso aunque no se haya terminado la fracción del pan, y permanecen sentados hasta que el sacerdote llegue a cada uno para darle la comunión.
- Se suprime la mostración “éste es el cordero de Dios” y el acto de humildad o se hace después de repartir la comunión. Dado que los fieles están sentados, resulta un poco violento pronunciar el “Este es el cordero de Dios, etc.” en el momento prescrito por las rúbricas, de forma que se suele cambiar al momento inmediatamente anterior a la consumición del Cuerpo de Cristo. En algunos casos, el celebrante opta por suprimirlo.
- Se dicen en alto y en plural las secretas “el cuerpo / la sangre de Cristo me guarden...” Estas palabras se han convertido en la práctica en una invitación a comulgar el Cuerpo de Cristo, ya que los fieles no comulgan el Cuerpo de Cristo inmediatamente después de recibirlo, sino que esperan, sosteniéndolo en sus manos, para comulgar todos a la vez que el sacerdote.
- El presidente comulga en la sede, no en el altar. Como es lógico, dado que el celebrante comulga sentado el Cuerpo de Cristo, se sienta en la sede. La comunión con el cáliz también se suele hace en la sede, seguramente por imitación de la comunión bajo la especie de pan.
- Los ministros extraordinarios de la comunión, instituidos establemente o ad casum, después de distribuir el Cuerpo de Cristo, toman ellos mismos la Hostia de la patena. Es decir, cuando los fieles que comulgan son muy numerosos y hay ministros extraordinarios que distribuyen la comunión, puesto que estos deben distribuirla antes de comulgar, no reciben la Hostia que van a comulgar de un ministro que les diga “el Cuerpo de Cristo”, ni responden “Amén”, sino que una vez que han terminado de distribuir la comunión, dejan la patena en el altar, toman el último fragmento en sus manos y van a sentarse en su sitio, para comulgar allí, sentados.
Aquí termina la segunda parte de este estudio de las Misas (Eucaristías) en las Comunidades Neocatecumenales.
Para leer la Primera Parte del documento diríjase al siguiente enlace:http://cruxsancta.blogspot.com/2013/08/la-misa-en-las-comunidades.html
CONTINUARA....

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